¿A mí quién me ayuda?
Este cuento es de 2019, fue publicado en el primer número de la revista Awita de Chale.
https://drive.google.com/file/d/11u-cLsYv3Z9hvHluARv0oME5n_iepgPO/view
A
mí quién me ayuda?
Sí, jefe, así como lo
narro pasó. Sí, sí, así fue. Sí, llevábamos como diez minutos de salir del
paradero de la 30-30. Sí, se subió en el primer puente, me dio mala espina,
pero, ¿qué se le hace, jefe? No le puedo negar el servicio a nadie. Sí, jefe,
ahí quedó grabado en la cámara.
Sí,
el otro se bajó más adelante. No, jefe, estos dos no se conocían, eso es
seguro. Aunque fíjese que se parecían mucho: gorra con visera plana, pantalón
de mezclilla entubado, tenis blancos, la sudadera con gorro. No, jefe, ahora
que lo pienso hasta parecían hermanos, pero bueno, todos esos se parecen y
véale las cejas, igualitos.
Sí,
jefe, la combi venía llena, diecisiete pasajeros y eran las 8:30 pm. Sí, ya ve
que, si no salimos así, no es negocio. Al poco rato se bajó una parejita.
Después se subió este morro, ya le digo, jefe, me dio mala espina. Pero hasta
ahí todo tranquilo. Sí, jefe, a mí ya me tocó varias veces. Hubo un rato que se
calmaron porque la línea pagaba una cuota, pero luego los malandros se pelearon
entre ellos y ya querían cobrar otros y se hizo un desmadre. Total, que
cualquiera se sube a asaltar y más en esta ruta. Usted lo sabe, jefe, si hasta
hemos salido en las noticias, parece de lo más normal y ya hasta el pasaje se
acostumbró.
Sí,
le digo que se subió en el puente, el otro, pasando la gasolinera. Ya sabe,
jefe, ahí en el punto en donde siempre atracan. Sí, en donde se echan a correr
para la otra avenida. En ese lugar ya me tocó dos veces, pero en ésta sí se
pasaron.
Estaban
sentados frente a frente. Uno de ellos, éste morro, se puso nervioso, se levantó
y comenzó a gritar, “ahora sí, hijos de la chingada, ya se la saben, todo aquí
en la bolsa. Carteras y celulares, el bueno y no el de cincuenta pesos. Rápido o
se los carga la chingada. Chofer, bájale, vete leve cabrón, que me vas a dejar
en el entronque. Órale rápido saca el celular, nada de héroes o me los chingo.
Rápido culeros, ándale tú no te hagas pendejo, el celular”.
Bueno,
jefe, usted se la sabe, amedrantar, gritar y siempre usar la violencia, el arma
por delante y miedo, solo miedo. Por el retrovisor lo veía, pero no me esperaba
lo que pasó. Cuando le dijo al que se subió al último que sacara el celular, en
serio, jefe, así de huevos le contestó, “ni madres, yo no te voy a dar nada
culero y sáquese a la chingada pinche caco”.
El
ratero, el pasaje y yo nos sacamos de onda. La neta qué huevos, jefe, ya me
imaginaba que iba a acabar mal. Alguien dijo, “ya mejor dale tu celular”. Pero
eso no ocurrió. Alcancé a ver por el retrovisor que el caco, le apuntó a la
cabeza y madres se escuchó un balazo que nos dejó sordos unos instantes. Ya
sabe, jefe, un chingo de gritos, de llanto, de histeria. Pero el que quedó en
los pies del pasaje fue el ampón. Sangró un chingo, jefe, le dio en la panza y
vea nada más el reguero que se hizo, va a ser un pedo limpiar y me va a salir
bien caro.
El
que disparó, dijo, “bájame aquí”. Le quitó la pistola al caco y también la
mochila en donde estaba el botín. Se fue y se llevó todo, nosotros nos quedamos
justo aquí, porque una señora estaba bien histérica, un señor casi se infarta y
unos niños no paraban de gritar, un desmadre, jefe. El otro güey nada más se
quejaba, no se pudo ni defender. Alguien que alcanzó a salvar su teléfono les
llamó, ya ve que este paraje está bien solo, jefe.
Pero
todavía hubo más, jefe, a los pocos minutos el que chavo regresó, venía con la
pistola en la mano, el otro morro todavía se retorcía de dolor y pedía que lo
ayudaran, que le hablaran a una ambulancia, que no se quería morir. Pero madres,
otro balazo a medio pechó, “esta es mi zona, culero. Aquí no nos andamos con
mamadas, perro. A chingar a su madre, aquí mando yo, no va a venir un pinche
escuincle pedorro a quitarme mi chamba, perro”.
Todavía
como de comedia, jefe, se despidió “que pasen buenas noches, se van con
cuidado”. Y ahora sí, se fue para perderse entre los árboles y los carros que
pasan en la otra avenida. Jefe, yo creo que, si no era éste, hubiera sido el
otro. Sí, jefe, a mí no me quitó nada, pero, no los conozco, jefe ¿qué pasó? En
otra ocasión sí se llevaron todo, eran dos chamacos, también tengo la
grabación. Vayan por los delincuentes, jefe, que nada más nos dan baje,
nosotros estamos trabajando. Tanta inseguridad, balaceras y muertes, nos afecta
¿cómo de que no? Ya hagan algo porque esto es el pan de cada día.
Sí,
jefe, le estoy diciendo lo que pasó y pongo a su disposición la grabación, se
le ve la cara al que disparó, pero si quiere le hago un retrato hablado, para
que sea más rápido. No me estoy pasando de listo, jefe, solo quiero que atrapen
a ese ratero. Ya se tardó mucho la ambulancia, jefe. La gente tiene que llegar
a su casa, la voy a acomodar en otra combi, hagan algo con la señora que sigue
histérica y con los niños que no dejan de llorar. Si no le estoy faltando al
respeto, ni diciendo cómo hacer su trabajo, jefe, nada más le digo lo que creo
conveniente.
Jefe,
creo que ya mejor vengan por el muertito, este cabrón ya se nos fue. El pedo es
que quedó adentro de la unidad. Me va a salir bien caro. Se van a llevar la
combi, luego la limpieza y en lo que vuelve a la ruta van a pasar varios días,
jefe, mientras, yo qué hago, no voy a poder trabajar ¿a mí quién me ayuda,
jefe? A ustedes les vale madre, ya deberían ponerse las pilas, yo estoy
trabajando para poder comer, ¡vale madres! ¿Qué, ahora qué, jefe? ¿Detenido?
No, no, jefe ¿qué pasó? No le falté al respeto, espérese ¿y la combi? No, jefe,
no me puede llevar.
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