El túnel del tiempo


 

El túnel del tiempo

 

Hay sucesos de la infancia que te marcan y que te hacen ser de cierta manera, esto lo había olvidado y lo recordé después de leer a Hernán Casciari.

Eran los noventa y a mí me encantaba ver la Dimensión Desconocida en el canal 4, me daba miedo, claro, porque era enfrentarte con lo que no sabes. Lo mismo me ocurría con Alfred Hitchcock Presenta, que también era de mis programas favoritos, porque desde la música del comienzo (Marcha fúnebre para una marioneta), ya te tenía a la expectativa.

Cuando teníamos nueve o diez años, había un lugar en el que podíamos viajar en el tiempo. Estaba en el patio de la casa de Óscar, le pusimos ese nombre, pero solo era una zanja seca o algo parecido, que cuando era época de lluvia se tupía de verde gracias a una enredadera. En otoño-invierno había ramas para todos lados, nuestra diversión era entrar, ir haciendo camino y salir varios metros adelante. Por los programas que veía, tenía la idea de que algo fuera de lo normal, como aparecer en otro tiempo, podría pasarnos. Estaba Memo, Conti, el chino, Óscar y yo, nos turnábamos para guiar al grupo entre el enramado y para imaginar a dónde saldríamos. Quizá al futuro, al pasado, lo importante era que fuera a cualquier lugar lejos de ahí. A veces nos quedábamos a la mitad y ahí nos contábamos las cosas de esa edad, de las noviecitas, de lo nuevo y sorprendente que nos parecía el mundo.

En ese patio una noche nos quedamos a acampar, hicimos una fogata y alguien colocó un pocillo para hacer café o té, como si realmente fuéramos campistas y no unos niños en la parte trasera de la casa de un amigo. Creo que esa noche vi por primera vez y con atención las estrellas, porque pasamos casi toda la noche afuera, nos asombró el paso de los astros, ese movimiento que se percibe lento, incluso recuerdo que vimos estrellas fugaces.

No lo sabíamos, pero vivir una infancia así, jugando, observando, nos dio a cada uno un camino. De ahí mis ganas de inventar mundos con letras, mi gusto por el cielo y las estrellas. El deseo de cruzar ese túnel y aparecer en un lugar lejano, en otro tiempo. Mi miedo por lo desconocido, mis recuerdos, mis amigos, ahora somos otros, pero en ese momento juntos descubrimos el mundo. Han pasado más de veinticinco años, espero que mis recuerdos sean los mismos que los de ellos, porque era buen momento para ser niño.

 

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